Siempre es una noticia digna de las mejores albricias que aparezcan estudios dedicados a la poesía de Cervantes, por mucho que se lamentara —con ironía marca de la casa— de «la gracia que no quiso darme el cielo» (Viaje Parnaso, I, v. 23) en referencia a su poesía. Es claro que era una boutade con su pizca de amargura y su tanto de comicidad en el marco de un poema burlesco, pero la crítica lo ha tenido por una verdad sacrosanta hasta no hace mucho. La cosa tenía matices, porque el olvido de los poemas sueltos y la consideración de rara avis del viaje alegórico se compensaba mal que bien con un cierto aprecio por las poesías intercaladas en las novelas (y quizá algo menos en el teatro).

Justamente en este ámbito se centra el libro de Altamirano, dedicado al romancero interpolado en los tres Quijotes, esto...

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